POR: IVON ESQUIVEL ALTMAN
Escrito: 1-11-211
Hecho de menos tu mirda
inocente y madura
hecho de menos tu ternura,
tu sutil presencia,
esos ojos grises azulados
tu señorío y transparencia.
Te conocí en una mañana
cálida y con poca briza
una mañana donde el sol
quemaba fuerte
y con mucha prisa.
Me encontraste perdida
caminando por tierras áridas
estériles y sin vida,
y un dia sin darme cuenta
estabas allí,
muy cerca de mi,
me tomaste de la mano
para quitar las pesadas cargas
que en ellas transportaba
y guiaste mi camino.
Me llamaste por mi nombre
y me llevaste de regreso a casa
limpiaste mi casa
y llenaste sus paredes
con adornos celestiales,
con el manto de tu amor
la envolviste
y con el poder de tu glorioso
esplendor la fortaleciste.
Cubriste mi piel con vestidos
hechos del mejor lino
lavaste el polvo de mis pies
y los cubristes con calzados
firmes y finos.
Preparaste una gran cena
y cene y bebí de tu vino,
caballerosamente
te pusiste de pie,
y muy elocuentemente
me invitaste a danzar
me diste tantas vueltas
que mi espíritu se embriago
de gozo contigo,
y caí postrada y rendida
a tus pies.
fue hermoso adorarte
mi amado y sutil Señor.
Desde ese dia entendí
que sin ti,
no puedo vivir
porque eres
la antorcha que aviva mis días
la luz de mi existir
la voz que mi ser clama,
mi sustento y mi creador
el centro de mi alma
mi gran motivación
Y no caminare si no es contigo.
Bendiciones Mil
POR: IVON ESQUIVEL ALTMAN
Escrito: 1-11-211